No es un secreto que, a nivel nacional, seguimos aumentando de peso - estadísticas recientes revelan que en la actualidad hay dos veces más estadounidenses obesos que apenas treinta años atrás. Y, junto con las libras adicionales aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas - tales como la diabetes y la hipertensión arterial - así que el agravamiento de la epidemia sin duda debe ejercer mayor presión en nuestro sistema de servicios de salud. La obesidad no es tan selectiva cuando se trata de cobrar víctimas - independientemente de la edad, el sexo o la raza, millones de personas se ven afectadas por la misma. Pero un informe* publicado hace poco por el Centro para el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) indica que ciertos grupos de la población resultan más afectados que otros. Los datos reunidos por la Encuesta Nacional de Examen de Nutrición y Salud 2003-2004, conocida por las siglas NHANES en inglés, señala estas disparidades - la obesidad afecta el 45% de la población negra, casi el 37% de la población hispánica, en contraste con una menor tasa de predominancia de alrededor del 31% en la población blanca. No es de sorprender, además, que se informen diferencias geográficas. Se observan tasas de obesidad mayores en las regiones del Sur y del Centro-Oeste del país, en comparación con los valores del Noreste y del Oeste. El informe menciona tres factores que podrían explicar las diferencias entre las poblaciones - los hábitos de actividad física, los patrones alimenticios y la actitud respecto del peso corporal. En comparación con la población blanca, por ejemplo, la población negra e hispánica muestra menor propensión a participar en actividades recreativas regulares - en parte debido a que los miembros de comunidades minoritarias y de bajos ingresos tal vez dispongan de menor cantidad de lugares en los cuales realizar ejercicios físicos con seguridad. También se ha documentado que en los vecindarios con grandes poblaciones minoritarias hay menos supermercados de cadenas, tiendas de productos o mercados de frutas y vegetales y más restaurantes de comidas rápidas - lo cual significa que no tienen tantas opciones saludables a su disposición. Además, aún cuando tengan acceso a los mismos, los alimentos más saludables son relativamente más caros que los alimentos rápidos cargados de grasa y azúcar. La actitud respecto del tamaño del cuerpo también juega un papel para explicar las diferencias en los índices de obesidad - en muchas culturas el sobrepeso no es considerado un rasgo negativo. Las mujeres negras e hispánicas, por ejemplo, declaran mayor satisfacción con el tamaño de su cuerpo que las mujeres blancas - lo cual significa que hay una menor probabilidad de que traten de perder peso. En consecuencia, si bien las mujeres blancas pueden tener más problemas con una mala imagen corporal y las dietas crónicas, la mujeres de comunidades minoritarias pueden estar fomentando la aceptación de un peso corporal poco saludable y los problemas de salud asociados con el mismo. Es fundamental encontrar estrategias eficaces para combatir esta epidemia. El CDC financia programas en 25 estados con la finalidad de tratar la obesidad, particularmente en las poblaciones minoritarias. Pero las estrategias clave para toda aquella persona que luche con el exceso de peso están en los comportamientos objetivo de estos programas - un mayor consumo de fruta y vegetales y un mayor nivel de actividad física. Susan Bowerman es consultora de Herbalife. *Centros para el Control de Enfermedades. Differences in Prevalence of Obesity Among Black, White, and Hispanic Adults --- Estados Unidos, 2006—2008 Morbidity and Mortality Weekly Report, Julio 17, 2009 / 58(27);740-744 |
martes, 19 de abril de 2011
Informe sobre bienestar: La obesidad
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